Las cosas no son culpables de la maldad de algunos seres humanos
Javier Del Valle Monagas Maita
Es un dicho muy rayado ese que dice que la maldición de esta nación está en que posee petróleo. Me parece muy injusto que se traslade a un material inanimado, que de manera efectiva ha proporcionado los medios necesarios para que este país, pudiese ser el más estable, progresista, con mayor bienestar social del planeta. Esa maledicencia contra el recurso petrolero, obedece al egoísmo de unos pocos avaros que se empeñaron en apropiárselo de manera indebida y obscena en detrimento de las mayorías. Pero el colmo es que esas alimañas, a su vez, solo recibían migajas de los que se terminaban de apropiar de ese recurso natural. Es decir ellos (la oligarquía criolla), solo son unos simples serviles del imperio sionista yanqui que se robaba todo nuestros haberes de riquezas.
“El excremento del diablo”, así lo calificó un ilustre venezolano. Entiendo el escenario y las circunstancias en las cuales ese señor tuvo que usar ese calificativo para algo inanimado y sin voluntad. Pero lo cierto de todo, es que es la avaricia de unos pocos malditos, diablos egoístas que se impusieron a la lógica y a la razón natural del equilibrio del uso de las cosas en base a las necesidades particulares de cada uno, convirtiéndolo en el acaparamiento manipulando esas necesidades para beneficio particular en detrimento de los demás (capitalismo). De ser esa la lógica de calificar las cosas por su uso contra la humanidad, deberíamos también decir que los alimentos “son una materia del diablo”, por que las transnacionales sionistas, judías, católicas imperialistas las manipulan para encarecer sus precios, las acaparan y producen miles de millones de muertes de hambre en todo el mundo para sostener el margen de ganancias.
Repito no es culpa de las cosas por la maldad y la indolencia de los empresarios capitalistas avaros y acaparadores.
En algún momento, en alguna parte, de alguna manera, el gusano de la estupidez capitalista ambiciosa, se apoderó del espíritu y alma de unos pocos idiotas y estos decidieron que tenían que buscar la forma de gobernar y esclavizar a los demás seres humanos y convertirse en dueños de algo superior a ellos( la naturaleza). A partir de ese momento nace la lucha de clases en el seno de las estructuras de organización social humana. Si fuese cierta esa tesis de un dios y una creación a imagen y semejanza, entonces tendríamos que decir que ese dios es tremendo estúpido y, que se dejó arrebatar el poder por unos demonios ambiciosos que hacen hoy lo que les viene en gana, incluso manipulando y engañando a su nombre desde el Vaticano y la Casa Blanca, poniendo su identidad en unos billetes inorgánicos y engañosos.
El petróleo no tiene culpa de la falta de conciencia de la humanidad para derrocharlo y gastarlo en vainas inútiles, en vicios, en drogas y en prostitución, en contaminación, en destrucción del hábitat y del planeta mismo. No, los culpables somos los seres humanos, unos por avaros, otros por pendejos y otros por ignorantes; no busquemos más culpables.
¿Cómo revertir esa ecuación diabólica? Aportemos, pero aportemos de verdad, así sea poco, para que el mundo sea diferente, empecemos por cambiar nosotros mismos. Seamos participes activos de las causa
necesarias para revertir esta idiotez de conducta. No seamos derrochadores, no seamos consumistas, no seamos adoradores de moda ni de bagatelas inútiles presentadas como necesidades, no seamos adoradores de ídolos, muñecos de palo que hacen milagros, de hombres y mujeres con ropaje extravagante, de egocentristas, de vanidoso, de jactanciosos, no seamos esos pendejos que se hacen llamar borregos para ponerse al servicio de un montón de vividores y estafadores de religiones mafiosas (todas), no creamos en muñecos o pinturas de hombres de figura y pose narcisista, que llaman dios o Jesús o lo que sea ¿No se dan cuenta que si esa entelequia de verdad existiera, entonces sería cómplice de toda la maldad que hay en el mundo?
¿Cómo revertir esa ecuación diabólica? Aportemos, pero aportemos de verdad, así sea poco, para que el mundo sea diferente, empecemos por cambiar nosotros mismos. Seamos participes activos de las causa
necesarias para revertir esta idiotez de conducta. No seamos derrochadores, no seamos consumistas, no seamos adoradores de moda ni de bagatelas inútiles presentadas como necesidades, no seamos adoradores de ídolos, muñecos de palo que hacen milagros, de hombres y mujeres con ropaje extravagante, de egocentristas, de vanidoso, de jactanciosos, no seamos esos pendejos que se hacen llamar borregos para ponerse al servicio de un montón de vividores y estafadores de religiones mafiosas (todas), no creamos en muñecos o pinturas de hombres de figura y pose narcisista, que llaman dios o Jesús o lo que sea ¿No se dan cuenta que si esa entelequia de verdad existiera, entonces sería cómplice de toda la maldad que hay en el mundo?
No compatriotas, hermanos. No es culpa de las cosas, por la maldad que habita en algunos hombres y mujeres. Eso es culpa de una enfermedad llamada avaricia y que se traduce en estos días a capitalismo. Como dice aquella vieja canción: “& que culpa tiene el tomate que está tranquilo en la mata si viene un yanqui hijo’ e puta lo mete en una lata y lo manda para Caracas &” el petróleo nos puede dar mucho, si es esa la voluntad nuestra, colectiva de usarlo para beneficio de todos, si nos unimos y derrotamos a esos capitalistas depravados, adoradores de lo material para satisfacción enfermiza del ego. No es culpa de petróleo, de la naturaleza o, de la vida, la culpa es de nuestra ignorancia y debilidad en defender el derecho colectivo a un mejor vivir, es nuestra responsabilidad por permitir que una cobarde cofradía de personas llamadas oposición al servicio del capitalismo asesino sionista yanqui, quieran truncar el sueño de una mayoría, eso no es democracia, eso se llama complicidad activa o tacita, pero complicidad al fin. En definitiva, no tiene culpa la naturaleza, es culpa de las desviaciones humanas, ¿A quien vamos a culpar?
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