miércoles, 1 de febrero de 2012

La lastimera vida del otro Pablo

La lastimera vida del otro Pablo

Lo desprecian por pobretón y lo tratan como a un cerrícola coleao

CLODOVALDO HERNÁNDEZ |  EL UNIVERSAL
viernes 11 de noviembre de 2011  12:00 AM
Para componer un bolero, nada más apropiado que inspirarse en un pobre diablo abandonado por su madre, rechazado por sus amigos, coronado de cuernos por su amada, despreciado por no tener dinero y orinado por perros callejeros. No entiendo, entonces, por qué los compositores todavía no le han hecho su bolero a Pablo Medina, el malquerido. 

Por supuesto, cuando menciono este currículum infausto no me refiero a la vida personal de Medina, sino a su azaroso y malhadado quehacer político: hace muchos años, en un capítulo de esos que rompen el corazón, fue echado de la casa por su mamá, La Causa R; a partir de allí, sus panas del alma lo anotaron en el libro de los rencores o lo echaron al olvido tildándolo de "loquito de carretera", y sus sucesivas parejas (en la política, insisto) lo han convertido en un santo cachón, que -por cierto- no es un bolero, sino una cumbia. 

Ahora, los círculos político-sociales con los que ha pretendido alternar lo desprecian por pobretón y lo tratan como a un cerrícola coleao en la fiesta de quince años de una señorita aristócrata. A falta de música propia, a este episodio provoca ponerle de banda sonora el tema Luis Enrique, el plebeyo, que tampoco es bolero, sino valsecito peruano. 

Para colmo, la patada que le dieron ni siquiera fue noticia porque el otro Pablo -en onda de perreo- le robó la escena. 

Bueno, y como corolario de estos infortunios llega cualquier perro articulista, levanta la pata y lo moja. Verbigracia. 

Caramba, don Pablo, más te hubiese valido seguir siendo aquel muchachón insumiso, siempre al lado de obreros explotados, campesinos perseguidos y periodistas censurados. Por lo menos esos no te pedían un cheque para aceptarte en sus caimaneras políticas ni entre sus sinceros afectos. Pero no, chico: llegando ya a la adultez mayor, te dio por pasártela con empresarios, terratenientes, doñitas de clase media nariz parada, adecos y copeyanos pérfidos y dueños de medios. No parecen cosas tuyas, Pablo, creer que para ese tipo de seres tú eres un igual. ¿Acaso no estabas convencido, ya en los 80, de que la derecha, tras rematar todo lo demás, se iba a dedicar a fondo a privatizar el ejercicio de la política? 

La de Pablo Medina, rechazado como precandidato por falta de "fuerza", es la saga clásica del dirigente comecandela latinoamericano que, luego de mucho aguaje, termina siendo usado (en el peor sentido del término) por los ricachones y los políticos conservadores. Sin ir muy lejos, en ese bote salvavidas medio espichado que es la Mesa de la Unidad aún quedan varios de esa lastimera especie. No le extrañe a nadie si en cualquier momento arrojan más cuerpos por la borda. 

¡Hey, alguien que le ponga música! 

clodoher@yahoo.com

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