La indignación de los indígenas de Cambalache tiene que ver con el trato que reciben de los no indígenas. Vienen por el hambre, “en el Delta no hay trabajo, en el Delta no hay comida”. Es política barata después de la muerte de 6 niños hacer aparecer la ayuda con maquinas, bolsas de comida, medicinas y médicos, incluso colchones, - que los WARAO no conocen, porque duermen en hamaca -, como si fuera todo eso una política de siempre. Pueden engañar a la opinión pública, pueden engañar a Chavez, pero no engañan a los indígenas. Los ofrecimientos son papel, que ya se han hecho en muchas oportunidades. Videos en la TV, entrevistas en periódicos y por radio. Los indígenas ni se enteran. Pero no es posible engañar su estomago. Mueren por hambre.
Ofrecen trabajo, pero no ofrecen salario. Prohíben trabajar en el botadero, - incluso traen trabajadores, que reciben salario, para la limpieza -, y los indígenas se convierten de nuevo en espectadores de una política de apariencias. Hasta que son espectadores de cómo los hermanos que vivían en la orilla y donde murieron casi todos los infantes, fueron mandados de vuelta al Delta, durante la semana santa. Algunos días antes la ministra de los indígenas les comprometió una casa grande que fuera una posada para los que visitan temporalmente la comunidad. Incluso mando a preparar el terreno para iniciar ya la construcción.
Era el grupo mas débil, que vienen motivado por el hambre, que son enfermos casi todos, desnutridos, no tienen absolutamente nada, casi no hablan castellano, y fueron mandado de vuelta, solo para que no aparezca en la publicidad la cantidad de muertes por desnutrición. En el Delta nadie se entera. Serán enterados bajo la mata del mango, como siempre se hace en el Delta. Que cobardía, que criminal. Varios de ellos habían escapado de los hospitales y seguramente algunos de los infantes morirán, o ya están muertos, pero no habrá publicidad.
Con todo lo que se ha tratado de aparecer que los mismos indígenas son culpables de las muertes de sus hijos, ya que no son capaces de atenerse a los lineamientos de los no indígenas (simplemente no lo entienden; no tiene que ver con su cultura), no podrán esconder su propia responsabilidad en el trato que se les ofrecen: dejarlos solos. No son culpables los que solicitan ayuda, sino los que lo niegan.
El problema es inmenso. Ni en 500 años se ha resuelto. Pero negar toda responsabilidad propia y seguir ofreciendo cosas, que saben que no van a cumplir, solo para tranquilizar los ánimos, sigue siendo infantil, (yo no fui) y refleja de falta de sensibilidad humana y nada de moral. El que no es capaz de autocriticarse, jamás será promotor de cambios. Las autoridades, que hablan de revolución, que lo practiquen a favor de los más débiles.
Los indígenas tienen derecho a un trato humano, no hablar sobre ellos, sino con ellos. No ofrecer soluciones, sino buscar con ellos soluciones. Acompañarlos como hermanos. Todo eso empieza con sincerarse. El dolor es tremendo ser testigo de todo eso, sin derecho a la palabra.
Guillermo van Zeeland, sacerdote y miembro del grupo Cambalache.
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