** El pueblo venezolano sabe de la obra del escritor cumanés
porque anda siempre prendido a los caminos más hondos de esta tierra de
ternuras y solidaridades.
Daniela Saidman
dsaidman@gmail.com
En estos días nos sorprendió la muerte. Lo que pensábamos
lejos nos tocó próximos y prójimos. Y convocados todos a la ternura nos
conmueven los cientos de niños asesinados en Gaza. De ese dolor hondo vinieron
los versos de Andrés Eloy Blanco, porque “Cuando se tienen dos hijos / se tiene
todo el miedo del planeta, / todo el miedo a los hombres luminosos / que
quieren asesinar la luz y arriar las velas / y ensangrentar las pelotas de goma
/ y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda”. Es el mismo poeta venezolano
que nos cantó el Coloquio bajo la palma, animándonos a ser mejores, a “dar más
sin decir lo que se ha dado” porque “lo que hay que dar es un modo de no tener
demasiado y un modo de que otros tengan su modo de tener algo”.
Este poeta nuestro fue un escritor, dramaturgo, humorista,
abogado y político, que nació en Cumaná el 06 de agosto de 1896 y falleció en
Ciudad de México, el 21 de mayo de 1955.
El supo conjugar la vocación de quijote con la de poeta,
para ser un político capaz de sumarse a las causas más justas y un escritor
convencido de la magia y la palabra que tiene sabor a pueblo. En él todo fue
canto y entrega. Y tal vez por esta razón, sea uno de los poetas venezolanos
más queridos y más recordados. ¿O es que hay alguien que no sepa recitar
“píntame angelitos negros”? ¿Y que no ponga alguna emisora AM, el 31 de
diciembre, un ratito antes de las doce, para esperar el año nuevo con las Uvas
del tiempo?
El poeta cumanés estudió derecho en la Universidad Central
de Venezuela (UCV) y la agitada vida estudiantil de aquellos años lo
envolvieron pronto en el encendido ejercicio de la libertad. Aunque ya desde
antes, cuando apenas contaba ochos años, partió con sus padres a Margarita por
desavenencias con el gobierno de Cipriano Castro.
Se incorporó al Círculo de Bellas Artes en 1913 y apenas
cinco años después recibió su primer galardón por el poema “Canto a la Espiga y
al Arado”, mientras publicó El huerto de la epopeya, su primera obra dramática.
Ese mismo año (1918), siendo estudiante de derecho, fue encarcelado por
participar en manifestaciones contra el régimen de Juan Vicente Gómez.
Luego de recibir el título de abogado, Andrés Eloy Blanco
comenzó a ejercer pero sin abandonar jamás su vocación por la palabra. En 1923
obtuvo el primer premio en los Juegos Florales de Santander, en España, por su
poema “Canto a España”. Durante su viaje a recibir el galardón decidió quedarse
durante un año en la península ibérica y tuvo la oportunidad de relacionarse
con los poetas españoles de esos tiempos. Nombrado miembro de la Real Academia
Sevillana de Buenas Letras, en 1924, se trasladó a La Habana donde sostuvo
encuentros con intelectuales y escritores cubanos, y venezolanos que se
encontraban en el exilio.
El imparcial
Porque el ser humano siempre tiene cosas que contar y sueños
por cumplir, empezó a editar en la clandestinidad, en 1928, el periódico
disidente “El Imparcial”, que pronto se convirtió en el órgano de difusión de
la Unión Social Constructiva Americana y el Frente de Acción Revolucionaria.
Tras el golpe de Estado del 7 de abril fue confinado en
Puerto Cabello hasta 1932, cuando lo liberaron por motivos de salud. Encerrado
escribió Barco de Piedra, dicen que son sus poemas más tristes. Cuando
finalmente le devolvieron la libertad, se la dieron a medias, tenía prohibido
realizar cualquier tipo de manifestación pública, por lo que se volcó
nuevamente a las letras, publicando Poda en 1934, libro donde se encuentran Las
uvas del tiempo y La renuncia, poemas entrañables del pueblo venezolano.
Fue nombrado jefe del Servicio de Gabinete en el Ministerio
de Obras Públicas por Eleazar López Contreras. Aunque su posición siempre
crítica y libertaria lo alejaron del gobierno después de la represión de las
manifestaciones del 14 de febrero de 1936 y su militancia en la Organización
Revolucionaria Venezolana.
Como diputado del Partido Democrático Nacional llegó al
Congreso, pero jamás abandonó los versos. Y comenzando 1940 integró su partido
en la recién fundada Acción Democrática, desde donde trabajó para la candidatura
de Rómulo Gallegos.
Fue electo presidente de la Asamblea Nacional Constituyente
en 1946. Y dos años después fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores por
el presidente Gallegos. Tras su derrocamiento por Carlos Delgado Chalbaud, se
exilió en México, donde dedicó el resto de su vida la poesía.
Andrés Eloy es una de las voces imprescindibles de la poesía
venezolana, porque en él habitaron la belleza y la justicia. Supo darse entero
a la construcción de un país que hoy sigue germinando en sus versos. Jamás se
alejó de sus convicciones, por eso tal vez, su obra sigue sonando en los radios
cada diciembre y en las calles las madres venezolanas se alegran cuando ven
pintados angelitos negros que le dan la bienvenida al futuro.
Píntame angelitos negros (fragmento)
Por Andrés Eloy Blanco
“No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mangos
por las barriadas del cielo”.
Daniela Saidman
Telf 0416-692 56 06
www.dapaulasa.blogspot.com
"Ojalá la fuerza
no fuera la razón" JM Serrat
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