Carlos Colina Yánez
El profundo descontento de quienes residimos en el Estado Bolívar y militamos en el proceso revolucionario se acentúa hasta convertirse ahora en factores de resistencia que dan paso a la rebeldía militante.
El descontento se alimenta de una pésima gestión del gobernador Francisco Rangel Gómez, inspirada en políticas contrarrevolucionarias al servicio de la burguesía, del capitalismo y por supuesto del imperio norteamericano.
Este personaje se disfraza de “revolucionario”, como tantos otros en la mira del Camarada Presidente Chávez, para extender sus tentáculos e irse apoderando de todas las instancias de poder en el Estado Bolívar, como en efecto.
En razón de ello, observamos con mucho dolor, el terrible descalabro en las empresas básicas como jamás ocurrió y, de ser generadoras de riquezas se convirtieron en parásitas que medran del Estado, convertidas ahora en una especie de caja negra, por su semejanza a un barril sin fondo, donde ingresan los recursos financieros desconociéndose la ejecución final de los mismos,
Pero el descontento se incrementa, donde todos los actores involucrados reclaman derechos legales y contractuales insatisfechos, y por otro lado, la producción sigue decreciendo.
El Camarada Presidente Chávez invoca la paz, la solidaridad, el humanismo y el amor al prójimo, pero en nuestro Estado Bolívar, la violencia está presente en forma criminal en todas partes, al extremo que la figura del sicariato pareciera ser que adquiere un rango fuera de serie, del cual no escapan ni siquiera, las más altas representaciones del Poder Judicial, como en efecto ocurrió, ni tampoco las instancias legislativas.
Los asesinatos a personas vinculadas en las actividades de la construcción, del comercio e incluso, de algún trabajador en el área industrial de una de estas empresas e innumerables taxistas, obliga a suponer que más allá de hechos aislados propiciados por la delincuencia común, estaríamos en presencia de una organización para criminal al estilo de la mafia italiana conocida como “La Cossa Nosstra”.
En razón de lo ya expuesto, existe tanta impunidad que el asesinato de personas se convierte en noticia de un solo día, sin relevancia ni trascendencia, lo que, indudablemente, obliga a presumir la existencia de factores de complicidad institucional o simplemente temor a la realidad.
En las empresas básicas, de acuerdo a denuncias de los trabajadores, están aplicando políticas persecutorias que generan terror psicológico y que apoyan con sanciones que van desde la suspensión laboral hasta por 15 días e innumerables solicitudes de calificaciones de despidos, contra quienes expresan un sentimiento crítico a la gestión de turno y por supuesto a la denominada “gestión Rangel Gómez”.
La resistencia en Guayana se convierte en rebeldía revolucionaria.
Y qué hacer ante esta situación que se extiende a lo largo y ancho de nuestra geografía regional, cruzarnos de brazos o colocar la otra mejilla, ¿ Qué hacer ?.
En mi criterio, se impone la organización del pueblo, ir al encuentro del descontento para impulsar esas energías y construir con ellas un poderoso movimiento rebelde capaz de rescatar el poder político en nuestra Entidad que pasa en primer lugar, por el triunfo del Camarada Presidente Chávez el próximo 7 – 10 y luego, la toma de la gobernación del Estado Bolívar, para colocar allí a alguien plenamente identificado con este proceso revolucionario, con el Estado y con su gente.
Esa figura existe en las mismas empresas básicas, en el campo profesional, en el área universitaria, entre la masa laboral, en las propias comunidades urbanas y rurales, a esa persona hay que localizarla y comprometerla en la lucha por el rescate de la dignidad y de la ética en el ejercicio del poder, de la corresponsabilidad, de la participación protagónica de la ciudadanía en si y no de grupos perversos envilecidos y envilecedores que usufructúan las bondades y demás beneficios privilegiados que emanan del poder mismo.
Por esa razón, se impone ya, como una línea estratégica del pueblo revolucionario, el reencuentro con nosotros mismos, en la búsqueda de nuestros iguales, en la organización de pequeñas células revolucionarias que multipliquen el mensaje y el esfuerzo para hacerlo cada vez más colectivo y más visible, al alcance de todos por igual, sin discriminaciones ni exclusiones sino en defensa del proceso revolucionario y por la ratificación del Camarada Presidente Chávez.
Es la hora y es el momento.
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